Comentario sobre correcciones

The friends that have it I do wrong
When ever I remake a song,
Should know what issue is at stake:
It is myself that I remake.

W.B. Yeats, introducción a Complete poems (1908)

Borges me dice, por teléfono, que está corrigiendo las pruebas de sus Obras completas: ‘Estoy absorto ante las inepcias que he escrito. Libros como Evaristo Carriego y Discusión no pueden corregirse. Voy a publicarlos tal cual están, con una notita desligándome’.
Bioy Casares, 23/01/1974

De la belleza de una idea surge la belleza de sus partes, y no al revés. En poesía, es algo parecido a la Sophia de Shelley, cuya belleza es resultado de la belleza de su espíritu, y de la suavidad del movimiento de su cuerpo entero:

They are robes that fit the wearer—

Those soft limbs of thine, whose motion

Ever falls and shifts and glances

As the life within them dances.

Cada poeta cuenta con un grupo de motivos y temas y palabras correspondientes a cada etapa de su vida. Cambiar una palabra, agregarla o quitarla es simplemente moverse dentro de los límites circunstanciales del intelecto del poeta. Definir la poesía como the most proper words in their proper place, como lo hace Coleridge en una charla de sobremesa, puede servir. Pero hacemos lo que podemos, y, por eso, tal vez la definición podría ser: las palabras más adecuadas que podamos hoy, en el lugar más adecuado que podamos hoy. Así los versos de Yeats, que deben cambiar igual que él.

Contando con ese determinado stock de recursos como metáforas y variedades métricas, el poeta (dejando de lado cierto tipo de poetas que usan lo que Hopkins llama el language of inspiration) puede tener genio. Pero lo que Shakespeare (ejemplo poco justificado de Hopkins) concibió en la exaltación debe llegar en cambio, para el resto de nosotros aspirantes a poetas mortales, primero a la mente, y allí pasar por el motor intelectual. 

Por eso, el mapa lingüístico del poeta se forma a medida que escribe y lee a lo largo de los años. Eliminar, agregar o cambiar palabras es corregir, y se puede hacer siempre, pero no siempre va a corregir la poesía. Puedo cambiar azulado por azuloso, que eran distintos según Borges (y que son distintos por el hecho de que nadie usa azuloso y por lo tanto no es recomendable para la poesía), pero la diferencia no será esencial. Lo difícil es no caer en la tentación de construir ocasionales pasajes impactantes. Hay que hacer que la poesía surja como una cosa orgánica, que es suficiente para que sea buena. Cada corrección debe preocuparse por el significado y el estado de ánimo del todo y no de los fragmentos. Hay que pensar el poema de día y de noche, y dentro de nuestros límites poéticos, por muy ajustados que sean, un estado de ánimo se va a materializar en buena tinta. Después de eso, el poema puede ser susceptible de correcciones inmediatas, pero, mientras no estemos trabajando con el mejor poema del mundo, no hace falta matarse. Corregir es tedioso, y, después de cierto punto, los ingresos son mínimos en comparación con el esfuerzo y el tiempo invertidos. La cosa será buena en el fondo. Agradará al lector, dice Sarmiento, aunque rabie Garcilaso…

Por eso creo que agregar y sacar son correcciones que valen la pena, pero la elección de una palabra por sobre otra, si escribimos como hablamos, no debería hacernos transpirar: si es reemplazable, el trabajo está bien, y podemos dormir tranquilos. El verdadero problema aparece cuando no se puede corregir, y eso porque el problema es de la idea y no del medio, como le pasa a Borges en el ejemplo del epígrafe, o como pasó con un tal James Grainger, que, al leer en voz alta el manuscrito de The Sugar Crane, pasó por el verso que decía “Now, Muse, let’s sing of rats”1, haciendo que sus amigos oyentes se le rieran en la cara. “Y lo que hizo todo más ridículo”, agrega Boswell en la biografía de Samuel Johnson, “fue que uno del grupo, que con disimulo pasó detrás del lector, vio que la palabra había sido originalmente RATONES, y había sido alterada por RATAS, como más digna”.

Ilustración por Eugenia Mackay


[1] “Ahora, Musa, cantemos sobre ratas”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.