Sobre las expectativas: ¿qué falló en Barbie de Greta Gerwig?

I’m not a real person yet.
N. Baumbach, Frances Ha (2012)

Advierto que quien lea esto muy probablemente se vaya con la percepción de que ni yo misma tengo muy claro si me gustó la última película de Greta Gerwig en honor a la popular y ahora polémica muñeca, y seguramente tenga razón.

Como ya me sucedió con otras producciones (como Everything Everywhere All at Once) ha sido el juego de las expectativas, que con todo lo del Barbenheimer no eran pocas, lo que muy posiblemente me arruinó una película entretenida, divertida, graciosa y con varios momentos de lucidez interesantes.

Primero, aclaremos de donde vienen las expectativas. Gerwig escribió y dirigió Ladybird (2017), un retrato sublime de lo que pueden ser los conflictos familiares y la búsqueda de una identidad propia durante la adolescencia. Además, participó junto a su pareja, Noah Baumbach, en la escritura de Frances Ha (2012), una de las mejores películas del cine indie, donde el director de alguna manera consigue hacer verosímil un homenaje de Nouvelle Vague, mientras refleja con total maestría las emociones complejas de una generación libre e inconforme así como la complejidad de las relaciones de amistad.

Ante todo esto, era difícil no tener altos estándares y muchos de ellos se alcanzan y se superan: el diseño de producción es totalmente impecable, absolutamente todos los elementos presentes en la cinta fueron pensados meticulosamente, lo que además la convierte en un verdadero placer estético; las referencias de todo tipo que pueden encontrarse en cada detalle de la cinta son prácticamente un collage de todas aquellas producciones que compusieron la mirada particular de Greta: Modern Times, 2001: A space Odyssey, Grease, Saturday Night Fever, Rear Window, Singing in the Rain, All that Jazz, The Wizard of Oz, por sólo mencionar algunas; muchos chistes inteligentes que tienen la indudable marca de su directora y tocan de manera elegante temas polémicos: el mansplaining, la desigualdad, el patriarcado, las política, las corporaciones. Más allá de todo el tema feminista que ya fue suficientemente explorado por el resto de las miles de críticas que llenan internet, existe otro importante, valioso y que va en concordancia con mucho de la búsqueda que marca la obra de esta directora: los arquetipos que nos marcan a los seres humanos (hombres y mujeres) y cómo estos, más que definirnos, nos limitan. Y, en este caso, esa búsqueda para abandonar ese mundo “plástico”, ese viaje del héroe que nos hace madurar para finalmente convertirnos en algo más real (como esa “barbie normal” que no existe porque no sería rentable, como mencionan en la película).

Pero ¿cuáles serían los dos grandes errores de esta película? Aunque casi contradictorios, marcaría dos: el primero, aparentemente sobrestimar las capacidades de su público. Si es cierto el dicho de que no existe tal cosa como la mala publicidad, entonces habrán dado en el clavo. Mientras escribo esto, Barbie supera los mil millones de dólares de recaudación en taquilla y Greta Gerwig se consagra como la primera directora mujer en lograr esto, mientras todos esos hombres que abandonaron la sala a mitad de la película y se dedican a grabar críticas absurdas para YouTube se mueren de la rabia. Sumado a toda esta ola de personas altamente sensibles (por no decir otra cosa) que han decidido decir que esta cinta no es más que “exclusión disfrazada de inclusión” (punto en el que definitivamente no profundizaremos, esencialmente por ser absurdo), nos encontramos a los padres (tanto hombres como mujeres) que han descubierto alarmados que la película Barbie no está hecha para niños y que consideran que su mensaje podría ser dañino para sus hijos; por último, la categoría más interesante de todo el público, las mujeres que consideran demasiado “blanco” el mensaje feminista de Barbie, que se aprovecha de un momento histórico en donde el movimiento ha tomado relevancia para traerlo en un envase hueco, una historia vacía para un tema tan profundo, que abarca muchos otros problemas que aquellos abarcados en la película. 

A ellas, sólo puedo decirles que los productos culturales deben ser tratados en su contexto, que no tiene sentido tratar temas como el feminismo en una película avalada por Mattel, comercial del más puro cine hollywoodense, por más indie que fuese su directora en sus inicios. Y que, en realidad, su sola realización es un éxito. El poder tratar en una producción de este calibre todos los temas que, sí, ya llevan años tratándose (por suerte). A los padres preocupados, sólo les aconsejo que la próxima se tomen cinco segundos de su tiempo en leer la sinopsis de la película a la que van a llevar a sus hijos, quizás ver el tráiler o leer alguna noticia (es realmente increíble que todos supieran hacia dónde iba la trama de Barbie a excepción de estos padres abnegados). Y a los primeros, todos los hombres (y algunas mujeres) indignados por el mensaje excluyente de esta película, no tengo nada que recomendar. Algunos dicen que el humor es un signo de inteligencia y el código bajo el que está escrita esta historia es algo que se entiende o no. No se puede explicar una sátira. 

Finalizado todo esto, me queda sólo expresar lo que me dejó un sabor agridulce. Algo en apariencia simple pero que refleja un problema más profundo. La realidad es que la historia en sí misma (más allá de lo que significa poder contar este tipo de mensajes en una película de barbie) comete el peor error de una obra artística: ser totalmente olvidable. El naturalismo asociado al Mumblecore y la sensibilidad extravagante de las historias de Greta fueron algo que siempre me llamó en sus películas. Pero, sobre todo, su capacidad de escribir diálogos increíbles, potentes y casi nocivamente memorables.

Frances Ha (2012)

No existe nada como eso en Barbie y es algo que sin duda se extraña. El guion en sí mismo pierde su forma en algunos momentos, la energía cae notoriamente luego de la primera hora, cuando el festival edulcorado de colores pasteles ha terminado. La única crítica con la que he estado parcialmente de acuerdo en los últimos días: el mensaje parece ganarle a la historia. No sucede todo el tiempo, ni quiere decir que no exista un desarrollo de la trama y sus personajes, sólo que no ocurre con la destreza que la caracteriza. 

En cuanto a momentos memorables, más allá de Ryan Gosling cantando I’m Just Ken, que podría ser todo un punto aparte, el más cercano es el diálogo de Gloria (interpretado por América Ferrera) que, aunque no dice nada nuevo, por alguna razón resulta igualmente emotivo (quizás porque aún cliché no deja de ser cierto: es casi imposible ser mujer), hasta que tiene que ser replicado hasta el cansancio para liberar al resto de las barbies y restaurar el orden de Barbieland (ahora Kenland), lo que acaba con todo el impacto que podría haber generador el monólogo.

La emoción general de la historia se pierde, el final no es suficiente para levantar el ritmo y no puedo sino preguntarme si realmente, luego de todo este alboroto, Barbie será una película que continuemos recordando en el tiempo. Personalmente, no lo creo. Sin embargo, agradezco la elección de Greta Gerwig como su directora. Y aunque mis expectativas en ella fueron las que la hicieron esta cinta menos disfrutable, al menos para mí, puede no ser ni de lejos su mejor cinta, pero quizás si fue la mejor barbie que pudimos tener.

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