Andrew Hurley: la mala traducción que fue también profecía

Andrew Hurley tradujo los cuentos de Borges en Collected Fictions, libro que publicó por primera vez Penguin Publishing Group, si no me equivoco, en 1991.

En su traducción de “El tema del traidor y del héroe” descubrí una abominación profética. Abominación que da una idea equivocada sobre la literatura de Borges y que, de algún modo, anticipó la tragedia de la lengua inglesa: hoy devenida lengua del software y del business y, por ende, lengua vehicular del chato mundo que nos toca.

En la versión original, este cuento empieza así:

Bajo el notorio influjo de Chesterton (discurridor y exornador de elegantes misterios) y del consejero áulico Leibniz (que inventó la armonía preestablecida), he imaginado este argumento, que escribiré tal vez y que ya de algún modo me justifica, en las tardes inútiles. Faltan pormenores, rectificaciones, ajustes; hay zonas de la historia que no me fueron reveladas aún; hoy, 3 de enero de 1944, la vislumbro así.

Hurley se inclina por la siguiente traducción:

Under the notorious influence of Chesterton (inventor and embellisher of elegant mysteries) and the court counselor Leibniz (who invented preestablished harmony), in my spare evenings I have conceived this plot—which I will perhaps commit to paper but which already somehow justifies me. It needs details, rectifications, tinkering—there are areas of the story that have never been revealed to me. Today, January 3, 1944, I see it in the following way.

Al margen del mal gusto de elegir inventor por “discurridor” (lo que más adelante termina generando una repetición con invented), Hurley se equivoca, gravemente, al traducir “tardes inútiles” como spare evenings. 

Al elegir inútiles, Borges está haciendo una declaración: su literatura (y su experiencia con ella) se forja en las tardes malgastadas, dilapidadas, no redituables, sin valor, y no —como insinúa Hurley— en sus “tardes de sobra o adicionales al resto”, ni mucho menos en el tiempo disponible que tuvo tras terminar con sus otras obligaciones, como las de auxiliar segundo en una biblioteca. La literatura de Borges se escribe en las tardes usadas expresamente para la literatura o, justamente, en las tardes que no fueron usadas para la literatura porque tenía otras obligaciones, y donde no alcanzó sino a pulir apenas un soneto o un argumento; donde se limitó (o fue limitado) a registrar la vida literariamente mientras hacía cualquier otra cosa, menos literatura. 

Al usar el adjetivo inútil, Borges dice que su literatura no sirve para nada, y no, por el contrario, que es algo que hace en su tiempo libre para “agregar valor” a la sociedad, presumiblemente, o a su perfil de LinkedIn.

Endilgarle a una lengua las transformaciones y usos desagradables que hacen sus usuarios sería ridículo. El inglés será siempre la lengua de una infinidad de manifestaciones artísticas y culturales (de buen gusto) que podamos enumerar. Sin ignorar esto, no obstante, resulta inevitable dejar de notar que el inglés es hoy una lengua cuyo uso mainstream está encorsetado en la misma tautológica elección de palabras, con aplicaciones oprobiosas como Grammarly, que no terminan de entender que la preposición for puede reemplazar a because (por no entender el registro poético o por entender que éste no genera dinero), con aberrantes “técnicas de escritura” como el storytelling, que hace exactamente lo contrario a lo que refiere su denominación, o el copywriting, espasmódico engendro que se escandaliza cuando una palabra es “larga”, cuando una frase tiene más de dos líneas o cuando un párrafo supera las tres, y que goza como un pirómano cuando un texto se escribe con bullet points, argumentando una “mejor comprensión” que no es sino una profunda falta de respeto al lector, hoy tratado como un troglodita.

Pero hay méritos para Hurley, y que nadie se atreva a decir que yo he dicho lo contrario. 

Al elegir spare en lugar de useless, Hurley tuvo una epifanía. Vio el futuro del mundo y de la lingua franca tras la aparición del tremebundo (y por cierto redundante) término proactivity. Hurley vio, en un trance quizás ignorado para él, la nueva Revolución Industrial que sobre nosotros se cierne; vio los violados términos innovación y transformación, usados y recontrausados hasta la completa destrucción de su significado. Hurley vio la repetición que antes pertenecía a la épica caer a los abismos del SEO.

Por eso, al usar spare, Hurley dejó una profecía para que alguien, impotente, la descubriera en la posteridad. Sean para mí la desgracia y la burla:

Under the notorious influence of Chesterton (inventor and embellisher of elegant mysteries) and the court counselor Leibniz (who invented preestablished harmony), in my spare evenings (because I’m a very proactive person who loves to add value to the lives of others and, in order to commit myself to this goal, I have endeavoured to enhance the cultural intelligence of the communities I interact with, both through the creation of TikTok videos that summarize long and complex theories that contemporary society is unable to understand and through the conception of this plot—which I will perhaps commit to some popular and thus democratic digital platform… What was I saying? I got lost in my own narcissist stream of bullshit, though I’ll never acknowledge this, as I’m a team player cognizant of the global problems, such as the new gender identities’ perspectives on Africa’s starvation… Anyway, in my spare evenings, after I have strived during my day to foster cross-cultural interactions aimed at achieving a more inclusive and diverse society where everybody can reach their full potential and be whoever they whimsically want to be, when I’m not doing some Machine Learning course, driving business agility or going to CrossFit classes—my body, my temple, but my mind, who cares?), I write literature, nothing more than a dispensable hobby.

Anotaciones

En el griego épico de Homero, Penélope es una prostituta; profesión que abandona en todas las otras lenguas.

El arameo del Antiguo Testamento condena la pedofilia, de una etimología cercana a “comer niños”; las traducciones que le continuaron reemplazaron pedófilo por homosexual, y todo el resto es historia. 

En el último capítulo de 1984, Winston parece estar definitivamente quebrado, sin embargo, se esconde la siguiente cláusula: “2 + 2 = 5. ‘They can’t get inside you,’ she had said. But they could get inside you. ‘What happens to you here is for ever,’ O’Brien had said”. Bajo las mismas narices del villano se esconde la salvación del protagonista, y con esto de la humanidad. La ansiedad de Orwell lo llevó a usar la cursiva.

Cuando Einstein imaginó la infinidad de los universos, en verdad estaba pensando en la traducción. 

Hay un mundo donde Penélope es una ingenua soñadora, salvada acaso por la tibia liviandad de Homero; en otro, Penélope es una mujer tenaz. 

El arameo condenó un crimen. El resto de lenguas pactaron una injusticia.

En su idioma original, Winston no se ha entregado. En todos los otros, ya no existe el coraje.

Acaso todos vivimos en ese mundo y he olvidado cómo sonaba la lengua antigua.

La solución es fácil: basta aprenderlas a todas.

Para eso, sólo hay que ser inmortal.

Ilustración por Eugenia Mackay

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