Últimos rastros de coherencia

El siguiente es un recopilado del diario de un ciudadano común, que cayó en la locura. Me tomé el trabajo de recopilar las secciones que reunían algo de coherencia, encontrando cierto hilo conductor dentro de la demencia del sujeto. Es posible que, a través de este y otros registros, podamos algún día entender mejor a aquellos que sufren de padecimientos similares. Las fechas exactas y el nombre del sujeto se mantendrán censuradas por razones obvias.

3 de julio, 19…

El doctor afirma que tengo que escribir lo que pienso. Que como me gusta escribir me va a resultar fácil. Sabe mucho el doctor, mejor hacerle caso. Así que empiezo. 

Me llamo […], pero me dicen […] porque me gustaba correr a las palomas. Nací un mayo, hace mucho. Me gusta escribir porque entonces lo que pienso se vuelve real. Y es más fácil hablarle al papel que al doctor. Me da miedo que después lea todo y no me entienda. Tal vez el papel tendría que ser mi doctor.

7 de julio, 19…

El día comenzó a desmejorar cuando comencé a sospechar de mi identidad. 

Seguramente se trate de la falta de fotos. Cuando uno posee fotos, posee su propia identidad. Es una pequeña descarga en ese montón de gelatina y electricidad que conservamos dentro del cráneo. Se completa una larga caminata de estímulos con destino final en la memoria. Una foto es el registro de la emoción. Y ésta, la fruta que disgusta todo el proceso. No uso esa palabra deliberadamente. En lo absoluto. La identificación no puede resultar menos obvia. Imaginen nada más cómo se puede confiar en ello. Es sólo un pequeño tornillo cuyas roscas pueden estar formados de cualquier pequeño sentimiento. Es casi improbable que éste no tenga un origen en la confusión. La foto en cambio no deja lugar a dudas. A menos, claro, que no se conozca la propia identidad, ¿comprenden el juego? Una boa que se come su propia cola. Ese debería ser su símbolo. Todo tiene un símbolo. Y la metáfora es dulce. ¿Por qué no triunfa sobre ese montón de gelatina y electricidad?

La punta de flecha lo logró. Es más visible que el mismísimo músculo. Por supuesto que se debe a su excelente distribución. ¿Qué logia maldita creó un mensaje tan excelente en el mundo de los símbolos? ¿Con qué fin? Lamento mucho no tener fotografías para recordarlo. Así sabría si la foto que estoy observando en este instante es parte o sólo es otro tornillo de confusión. Incrustado en mi memoria con sus crestas de mentiras lastimándolo todo. Quizás por eso me duele tanto la cabeza. Pero no encuentro las herramientas en ninguna parte ¿Cómo recordar la identidad sin las herramientas? Sé que es difícil de solucionar. Solía confiar en ellas y me preocupa que ya no estén. Sé que la idea de robo no es posible ¿Por qué robarlas? A menos que también sientan que su boa ya se está acabando el manjar. Es posible, es posible. Debo encontrar un nuevo confidente, eso es seguro.

26 de septiembre, 19…

Creo haberlo solucionado. Es obvio, ¿por qué es el canino el más fiel de los amigos? Por su capacidad de protección. Su ladrido es el rugido de batalla de toda la dulce, dulce seguridad construida en base a la cercanía del fuego. Un guardián que ronda en las sombras a cambio de migajas del alimento. Ahí se encuentra mi respuesta. Fuego, fuego, fuego. Luz ancestral que vigila los actos más privados de nosotros, seres seguidos por un dios de símbolos y analogías. Pero el fuego nos puede acabar. Falta de los mecanismos, ¿se entiende? Demasiada destrucción en manos de adoradores de ídolos. Quienquiera que sea, fue inteligente en ese aspecto. Como yo. Entiendo perfectamente que los golpes y consignas son el rito ya olvidado de aquellos que resguardaban su luz. Tanto de nosotros a ellos, como de ellos a nosotros, y nosotros por nosotros. Un rito de fácil aprendizaje. El tacto. Un integrante de todo el mecanismo de carne y tendón y electricidad. Y la boa, no olvidemos a la boa. Su grito es el mío cuando se pierde en la garganta. Pero fuimos inteligentes. Como yo. Fuimos inteligentes y creamos una cárcel de vidrio. Aislante de sus malas intenciones. Aun perseverante en sus ansias de destrucción. El tacto avisa. Su esfuerzo es mayor pero no suficiente para que pueda engañarnos. Por eso resultó obvio que sería la lámpara.

Nota: aquí comienza mi teoría de la formación. A partir de los diagnósticos recientes en respuesta a los casos de psicosis o alucinaciones, el sujeto decide tomar un objeto físico como destinatario de sus razonamientos. En este caso, la formación es la lámpara. Creo que tiene como objetivo centrar el pensamiento del sujeto. Parece lograrlo, ya que a partir de este punto su comprensión comenzará a verse mucho menos abstracta. Mi primera conjetura es pensar en una respuesta neuronal estimulada por el propio paciente, desde su subconsciente.

19 de abril, 19…

La lámpara es un magnífico aliado, si se la tiene en cuenta. Es natural el temor producido por la oscuridad. Es la respuesta del instinto activándose ante la debilidad absoluta del hombre. Sus ojos, ¿qué observamos? ¿Qué es cierto para estos faros de posibilidades? Todo se dificulta en la oscuridad. No hay forma de reconocer a la bestia lista para devorarnos. La prisión de cristal nos permite dar algo de claridad a los misterios de las sombras. 

No dudé cuando la lámpara me habló. Únicamente me pregunté si otros muebles tendrían la capacidad. Sé que no suena coherente, pero antes no había sonado coherente que la lámpara lo hiciera, y sin embargo allí estaba. No había otra explicación posible. Y como ya he dicho tenía sus razones. Su propósito. ¡Qué maravilla ser lámpara! Una voz magnífica en suma. Algo chirriante, pero considero que es lógico teniendo en cuenta su mecanismo. Me mostró claramente el problema. El acertijo estaba en la propia defensa. Por supuesto que las fotografías buscaban ser la llave. Las pequeñas invasoras querían jugar aún más con mi cabeza. Enseguida comprendieron que mi única debilidad estaba en la memoria. Astutas, muy astutas. Las quemé. Con los cuidados necesarios, por supuesto. No queremos que se escape de su jaula de vidrio. La lámpara es sabia. La mantendré prendida esta noche. Ella me protegerá.

Nota: el sujeto parece temerles a las sombras, ¿posible trauma en la oscuridad? Tal vez el evento traumático se originó en la noche.

31 de octubre, 19…

Me pregunto cuál es su verdadero nombre. Es común que no lo quiera revelar. Los símbolos están en la palabra dada en el primer día. No deben tomarse a la ligera.

19 marzo, 19…

Hoy no es un buen día. Los tambores me quitan el aliento. Cuando quieren terminar, una orden invisible los obliga a continuar. La lámpara me quema los ojos. Prometió cuidarme, pero no puede cuidarme de ella misma. Me gustaría reírme, pero duele mucho ¿Por qué tanto? Entiendo que me quiera mostrar los ritos, pero ya los comprendí. Los llevó a la práctica, ¿cuándo pararán? Sería más fácil si pudiera entrar y decirles, pero sólo la lámpara puede y no me deja. Y me duelen los ojos y me duele la cabeza. Los estúpidos tambores y la estúpida jaula de vidrio. Tal vez deba romperla ¿Qué tan malo sería? Creo que puedo controlarlo. Soy inteligente, ¿no es cierto, lámpara? Lámpara dice que sí. 

Me gustaría aflojar el tornillo. Recordar si es verdad aquel desperdicio. Creo que fue ayer. Es el problema con la lámpara. No puede seguirme a todas partes, o no tendría luz. Imagino morir cada vez que me desconectan. Qué atroz. Agradezco que me cuide. Debe ser por las veces que murió. Debe entenderme por ello.

8 noviembre 19…

Me quiere engañar. Confié demasiado en ella. Claramente quería que la liberase. Buscaba que esté cómodo. Que baje la guardia, y atraparme. Y yo confié en ella. Me pregunto si las fotografías fueron parte del complot, o un bando derrotado por sus enemigos. No puedo confiar en nadie. Si ella no fue leal, entonces, ¿quién me queda? No puedo distinguir a nadie en la oscuridad, pero no puedo confiar en la luz. Los tambores no se callan. La lámpara no se calla. Quiero sentirme a gusto de nuevo, ¿alguna vez estuve a gusto? Las imágenes son demonios que bailan alrededor de las llamas en las que solía confiar. Es una violación. Lamen los recuerdos que solía tener. 

¿Quién es ese niño? ¿Quién es mi dedo? ¡Dejen de gritar!

3 marzo 19…

La apagué. La apagué. Me río mientras escribo. Me río porque luego vendrá la noche, y no reiré. Quiero que los días se conviertan en horas. Quiero que me salve la mujer que vi en sueños. O recuerdos. O sueños y recuerdos. Quiero sentirme a gusto.

Nota: psicosis extrema, las siguientes páginas no contaban con coherencia suficiente.

26 enero 19…

¿Qué pasaría si existo?

18 mayo 19…

En serio, ¿qué pasaría?

4 julio 19…

Pienso en el héroe que no es héroe. Aquel que cayó en la trampa de su reflejo. ¿Por qué cayó en esa trampa? Su reflejo es mentiroso como la lámpara. Nunca seré yo. Imagen bastarda que no es yo, porque es sólo reflejo. No se puede confiar en él, ¿no se puede confiar en nadie? ¿Qué es verdad?

29 febrero 19…

Lo comprobé mirando el espejo. Me devolvió la vista. Lo veo y me ve ¿Por qué no emite sonido? Sonríe mostrando los dientes y los abre y los abre. La piel se tensa y me duele la mandíbula. Me duele su mandíbula, ¿ese soy yo? ¿Por qué no emite sonido? Tiembla su cara porque ya no puede abrir más la boca. ¿Qué pasa si corto?, ¿terminarán los tambores?

Nota: comienzos de los ataques de violencia contra él mismo.

33 agosto 19…

Me saque los dientes para que no me asuste. Pero el reflejo es ahora un tajo de labio y sangre. Macabro. Me duele la boca, pero los tambores pararon un rato. Cada vez que volvían, le arrancaba otro diente. Pero ahora no tengo más y los tambores están volviendo a sonar. Es algo así como un pum-pum-pum, pum pum-pum-pum pum. A veces me doy cuenta de que es él golpeándome la cabeza contra el espejo, y no los tambores.

¿78 mayo? 19…

Las tres Furias me dijeron en las premoniciones que todo ocurre […] aún duele. Hay olor raro en el tiempo […] No puedo sostener bien lo que […].

Nota: las manchas de sangre no dejan leer. 

22 diciembre 20….

Me encontré en el pasillo. Leo mi diario, doctor, y no me acuerdo escribir sobre eso. No me acuerdo escribir eso. Sí me acuerdo de la lámpara. Me gritaba mientras dormía, ¿o me alumbraba? ¿Qué hacían las lámparas?, ¿gritaban o alumbraban? 

¿Entonces quién gritaba?

Nota: psicosis extrema, las siguientes páginas no contaban con coherencia suficiente

6 septiembre 19…

Estoy seguro de que no estoy solo. No roba nada, pero me observa. Me observa mientras duermo. Me observa cuando me observo. Siempre está en la esquina. ¿Por qué escribe? ¿Por qué me quitó el nombre y borra mis fechas? ¿Fue él? ¿Siempre fue él?

Nota: comienza a sospechar. Está a punto de caer.

¿28 abril? 1…

¿¡Quién eres!? ¿Por qué escribes en mi cuaderno? ¿Por qué dejas notas? ¿Eres la lámpara? Por favor, préndete, por favor, por favor, por favor. No quiero más oscuridad. Quiero sentirme a gusto, ¡quiero sentirme a gusto! No quiero que escriba más en mi cuaderno. No quiero que me llame sujeto. Quiero mi nombre. Quiero mis fotos, ¿y tú por qué no haces nada? ¿Por qué te quedas mirando sin hacer nada? ¡Ayúdame, por favor! Ayúdame, por favor, ayúdame. Páralo, por favor, no quiero llorar más. ¿Cuándo dejé de escribir? ¿Por qué no se acaba? No estoy solo, no estoy solo, no estoy solo […].

Nota: las palabras se repiten hasta el hartazgo

Ilustración por Eugenia Mackay

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